ADAMI

Según los registros históricos, la vocación vitícola de las colinas de la Marca Trevigiana se remonta a la Edad Media, cuando se producían excelentes vinos blancos que, como se escribió en el siglo XVII, se exportaban y apreciaban "en Venecia, Alemania y hasta en Polonia". Y es justo en el corazón de la denominación, y más concretamente en la Alta Marca Trevigiana, en las colinas entre Conegliano y Valdobbiadene, donde la familia Adami produce únicamente Prosecco desde los años 20.
Nos encontramos en una zona especialmente afortunada, con el mejor clima y el suelo más adecuado para la viticultura, características que contribuyen a la producción de vinos espumosos elegantes y bien definidos. Retrocedamos, pues, hasta 1920, año en que el abuelo Abele compró al conde Balbi Valier un hermoso viñedo lleno de promesas, expuesto naturalmente como un anfiteatro, en una tierra donde la selección ha llegado a imponer la glera como variedad de vid reina indiscutible.
Desde entonces, la superficie plantada de viñedos ha aumentado hasta un total de cincuenta hectáreas -12 de propiedad directa y algo menos de cuarenta gestionadas por pequeños viticultores vinculados históricamente a la empresa- con una producción anual que alcanza una media de 750.000 botellas. Después de que Adriano Adami recogiera el testigo dejado por su padre Abele, la bodega está ahora en manos de la tercera generación con los enólogos Armando y Franco Adami, que combinan armoniosamente la innovación tecnológica con la tradición y dirigen ahora una bodega reconocida internacionalmente por sus Proseccos.
Desde el "Col Credas" hasta el "Bosco di Gica", desde el "Garbèl" hasta el Prosecco "Dei Casel", desde el "Vigneto Giardino" hasta el Cartizze, la familia Adami disfruta del merecido éxito que ha alcanzado centrándose siempre en la singularidad de sus parcelas, lugares que dan vida a Proseccos con un carácter único, reconocible entre muchos y apreciado en todo el mundo.