EMMANUEL BROCHET

El escenario, por supuesto, es la región francesa de Champagne. Para ser exactos, no estamos lejos de Reims: aquí se encuentran las dos hectáreas y media de viñedos de Emmanuel Brochet.
Dos hectáreas y media en las que, por supuesto, se cultivan las principales variedades utilizadas para el champán: pinot noir, pinot meunier y chardonnay. En los suelos ricos en arcilla y limo en la superficie, luego caracterizados por la presencia de minerales en las capas inferiores, y a lo largo de las laderas del Monte Benoît, se alternan plantas jóvenes con cepas de más de sesenta años. El chardonnay, en particular, se encuentra en las partes más altas de la colina, mientras que el pinot se ha plantado en el valle. Gestionados según los principios de la biodinámica, los viñedos son cuidados de forma maniática por Emmanuel, cuyas decisiones agronómicas están siempre dictadas por el máximo respeto al medio ambiente, la naturaleza, el ecosistema y la biodiversidad. El objetivo de Emmanuel siempre ha sido claro desde el principio: crear una especie de sinergia equilibrada entre el trabajo en la viña y el de la bodega. Para lograr este objetivo, las estrategias adoptadas entre las filas son precisas. Por otra parte, incluso en la bodega, cada paso de la producción se lleva a cabo con el fin de potenciar todo lo que la temporada y la tierra han sido capaces de plasmar en la fruta. Por eso, tras la vendimia, las uvas se procesan con extremo cuidado, reservando la atención adecuada a cada racimo individual. Siguiendo las técnicas de producción artesanal más antiguas, y al mismo tiempo empleando los mejores expedientes técnicos de forma razonada, se producen alrededor de 11 mil botellas al año. Champagnes sencillamente excelentes, fruto de un proceso de elaboración casi artesanal. Vinos que toman forma a partir de un periodo de maduración en madera, pero sobre todo botellas que consiguen expresar con detalle todos los rasgos destacados del terruño al que pertenecen.