La empresa Franz Haas de Montagna (Bolzano) fue fundada en 1880 y ha sido dirigida por siete generaciones sucesivas de la familia Haas.
siete generaciones sucesivas de la familia Haas.
En la actualidad, cada año, la bodega transforma en vino la cosecha de 55 hectáreas de viñedos, repartidos entre viñedos propios, viñedos alquilados y viñedos pertenecientes a colaboradores.
La bodega siempre ha sido conocida por sus productos de primera calidad basados en la Pinot Noir, y ahora ofrece una gama de etiquetas que también incluye vinos elaborados a partir de las otras principales variedades de uva del Südtirol, todos ellos interpretados sin descuidar su elegancia y bebibilidad.
Situadas en altitudes que van de los 240 a los 1.150 metros sobre el nivel del mar, las hileras de vides de las que la bodega Franz Haas produce sus vinos se encuentran todas en los municipios de Egna, Montagna, Trodena y Aldino. En suelos compuestos por piedra caliza, arcilla y arena de pórfido, y disfrutando de microclimas únicos en el mundo, las vides de pinot noir, pinot blanc, pinot gris y riesling, así como de moscato, gewürztraminer, sauvignon y lagrein, producen uvas de excelente calidad. Uvas que se procesan en la bodega según el método y el rigor de las antiguas tradiciones, a la vez que se utilizan las más modernas tecnologías enológicas. El resultado son vinos como Schweizer o Manna, por citar sólo dos. Botellas que, por si fuera poco, fueron embellecidas por el genio creativo de Riccardo Schweizer, un artista de la región de Trentino que a lo largo del tiempo ha trabajado con Picasso, Chagall y Le Corbusier, y que diseñó y luego donó a Maria Luisa Manna -esta última era la esposa del propio Franz Haas- las etiquetas que aún hoy encontramos en los vinos producidos por la bodega, doradas y coloreadas sobre fondo negro, inconfundibles y muy reconocibles en cada mesa de restaurante y entre los miles de estantes de cualquier tienda de vinos. Un detalle más para descubrir la que, con un dinamismo excepcional, es una de las bodegas más prestigiosas de la región del Alto Adigio, constantemente dispuesta a la experimentación innovadora, y siempre capaz de combinar grandes cantidades con una calidad excepcional.
Calidad, que el propio enólogo Franz ha querido conseguir cerrando la botella con un tapón de rosca. Una elección que ciertamente no es fácil, ni económica, pero que garantiza al cliente la posibilidad de un vino que no se ve alterado por el corcho, que puede conservarse durante más tiempo -porque sí, el vino se afina y envejece también con el tapón de rosca- gracias a la menor permeabilidad de este tipo, teniendo en cuenta además que este tapón puede ser "adaptado y modificado" según el vino.