BRANCAIA
Fue en 1981 cuando la pareja suiza Brigitte y Bruno Widmer se enamoraron de Brancaia, una granja abandonada no lejos de Castellina in Chianti. La atracción fue tan fuerte que la pareja se convenció de comprar la propiedad. Desde entonces, su trayectoria ha sido de continuo crecimiento, capaz de abarcar otras importantes provincias toscanas, siempre caracterizada por una búsqueda total de la calidad.
De hecho, su primer reconocimiento llegó sólo dos años después de la adquisición de la empresa, en 1983, cuando Brancaia obtuvo el primer puesto en una cata de Chianti Classico. Esto llevó a una continua expansión de la empresa, primero en 1989 con la compra de la finca Poppi en Radda in Chianti y luego en 1998 con la creación de Brancaia en Maremma, una hermosa finca no lejos del mar.
En este contexto nacen vinos capaces de interpretar el territorio en clave muy contemporánea, sin compromisos fáciles. Vinos sólidos y elegantes; en una palabra: vinos toscanos. Todo comienza con el trabajo en el viñedo, donde se toman todas las precauciones para cosechar uvas de calidad impecable. Con el máximo respeto por el equilibrio del medio ambiente, la naturaleza, el ecosistema y la biodiversidad, cada elección agronómica pone la vid y su equilibrio en el centro de todo. Así, las ochenta hectáreas de viñedos que posee la empresa se cosechan puntualmente, añada tras añada, con uvas sanas y genuinas, ricas y concentradas en todos los matices organolépticos.
En la bodega se siguen cuidadosamente todos los pasos de producción y se utilizan las más modernas tecnologías enológicas con el máximo respeto a las peculiaridades intrínsecas de la materia prima. Los espacios están diseñados para evitar el uso de bombas y aprovechar la fuerza de la gravedad. La fermentación se realiza en cubas cónicas de acero con temperatura controlada.
El envejecimiento, que oscila entre 12 y 20 meses, se realiza en roble, cemento o acero, según el tipo de vino.
Así es como cobran vida "Il Blu", "Ilatraia", Chianti Classico, Chianti Classico Riserva, Cabernet Sauvignon, "Tre", Rosé y Bianco: etiquetas salidas de las bodegas de Brancaia que hablan el lenguaje de la Toscana más bella en lo que a vinos se refiere. Botellas únicas.
En este contexto nacen vinos capaces de interpretar el territorio en clave muy contemporánea, sin compromisos fáciles. Vinos sólidos y elegantes; en una palabra: vinos toscanos. Todo comienza con el trabajo en el viñedo, donde se toman todas las precauciones para cosechar uvas de calidad impecable. Con el máximo respeto por el equilibrio del medio ambiente, la naturaleza, el ecosistema y la biodiversidad, cada elección agronómica pone la vid y su equilibrio en el centro de todo. Así, las ochenta hectáreas de viñedos que posee la empresa se cosechan puntualmente, añada tras añada, con uvas sanas y genuinas, ricas y concentradas en todos los matices organolépticos.
En la bodega se siguen cuidadosamente todos los pasos de producción y se utilizan las más modernas tecnologías enológicas con el máximo respeto a las peculiaridades intrínsecas de la materia prima. Los espacios están diseñados para evitar el uso de bombas y aprovechar la fuerza de la gravedad. La fermentación se realiza en cubas cónicas de acero con temperatura controlada.
El envejecimiento, que oscila entre 12 y 20 meses, se realiza en roble, cemento o acero, según el tipo de vino.
Así es como cobran vida "Il Blu", "Ilatraia", Chianti Classico, Chianti Classico Riserva, Cabernet Sauvignon, "Tre", Rosé y Bianco: etiquetas salidas de las bodegas de Brancaia que hablan el lenguaje de la Toscana más bella en lo que a vinos se refiere. Botellas únicas.
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