CHÂTEAU SAINT-PIERRE

Algunos documentos históricos atestiguan que Château Saint-Pierre existe desde finales del siglo XVII. De hecho, fue precisamente en 1693 cuando se plantaron los primeros viñedos en las tierras de la finca, que hasta entonces se utilizaban como granja. Inicialmente identificado con otro nombre, el château pasó a llamarse Château Saint-Pierre en 1767, cuando fue adquirido por el barón Saint Pierre. A la muerte de este último, en 1832, la empresa se dividió entre sus dos hijos herederos, que sin embargo no pudieron continuar con la actividad vitivinícola, que en 1920 se redujo a poco más de dos hectáreas y media. Tras pasar a manos de una empresa holandesa, la finca pasó a formar parte de las propiedades de Henri Martin, quien en 1982 tuvo el mérito de reunificar las diferentes parcelas vitícolas originales. Hoy en día, la empresa pertenece y está gestionada por Jean-Louis Triaud, empresario y responsable también de otras empresas del Médoc y de Burdeos. Entre las hileras, el manejo de las vides combina prácticas agronómicas tradicionales con técnicas altamente innovadoras que, por ejemplo, incluyen el uso de imágenes satelitales. Totalmente renovado en 2016, Château Saint-Pierre, situado en el término municipal francés de Saint-Julien-Beychevelle, cuenta actualmente con unas 17 hectáreas de viñedo, en las que predomina la variedad cabernet sauvignon, con un 75 %, seguida del merlot, con un 15 %, y del cabernet franc, con un 10 %. Con una densidad de plantación que alcanza las 10 000 cepas por hectárea, los viñedos de Château Saint-Pierre cuentan con plantas de una edad media de 50 años, que crecen en suelos de grava, arena y arcilla, y producen racimos sinceros y apreciados. Las uvas se elaboran mediante fermentación alcohólica en depósitos de acero y fermentación maloláctica en barricas. Por último, el envejecimiento se lleva a cabo en barricas de roble francés y se prolonga durante un periodo que varía según la temporada y que puede oscilar entre 14 y 16 meses. Así nacen las etiquetas de Château Saint-Pierre, unas de las más fieles al territorio al que pertenecen y unas de las mejores de su denominación.

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