Domaine Gresser

Viticultores desde el siglo XVI, la familia Gresser tiene su conocido Domaine en Andlau, a medio camino entre Estrasburgo y Colmar, en la ruta del vino de Alsacia, al pie de la montaña Sainte Odile. Los Gresser siempre han sido fieles al vino, transmitiendo su pasión innata por la viticultura de generación en generación. Rémy Gresser, actual propietario del Domaine, es un personaje histriónico, descrito en muchos círculos como "fundamentalista y fanático del respeto al medio ambiente", que siempre se preocupa de proteger sus 10,3 hectáreas de viñedos, favoreciendo los métodos orgánicos y biodinámicos.
En el viñedo -donde se cultivan en pequeños porcentajes riesling, sylvaner, pinot blanc, pinot gris, pinot noir, gewürztraminer, muscat d'alsace y otros varietales- el imperativo categórico de Rémy es "cultivar las vides según las reglas de sus antepasados", para mantener intacto el entorno y transmitir el patrimonio vegetal, natural y cultural a las generaciones futuras. Esto se traduce en la prevención de enfermedades con extractos biodinámicos, el cultivo sensato del suelo y el pasto controlado de los viñedos. Para Rémy, la cultura del viñedo es una verdadera regla de vida, fundamental para la creación de una gama de productos auténtica y distintiva. En la bodega también se utilizan métodos acordes con la filosofía ecológica, mediante el uso de levaduras autóctonas y la crianza en barricas de gran tamaño, que permiten a las uvas expresar su riqueza varietal sin desvirtuarla.
Todos los vinos del Domaine Gresser se caracterizan por el fondo mineral que se deriva de la particular conformación del terruño, una peculiaridad que se expresa mejor en los distintos Grand Crus producidos -sobre todo el Wiebelsberg y el Kastelberg, expresiones en las que el Riesling alcanza niveles cualitativos verdaderamente importantes. En la actualidad, la bodega produce más de una docena de etiquetas, en las que se alternan expresiones más sencillas, como el Gewürztraminer "Kritt" o el siempre espumoso Cremant d'Alsace, con "vendanges tardives" más complejas, capaces de satisfacer los paladares más refinados.