Fattoria le Pupille

Ha pasado mucha agua bajo el puente desde que la joven Elisabetta Geppetti pensó por primera vez en convertir lo que era una pasión familiar por el vino en algo más concreto.
Nos encontramos en Istia d'Ombrone, en el corazón de la zona de producción del Morellino di Scansano, en una zona que durante mucho tiempo se caracterizó por los alcornoques, el trigo y los matorrales mediterráneos, completando un cuadro que representa el más clásico de los paisajes de esta parte de la Toscana. Entonces -era la década de 1970- se decidió plantar unas cuantas hileras de Sangiovese alrededor de la casa de campo, destinadas inicialmente a la producción de vino para el consumo de la familia y los amigos cercanos. Un pequeño paso que en pocos años llevó a la fundación de la "Fattoria Le Pupille", nacida gracias al entusiasmo de Elisabetta y a la intuición de que este pequeño vino tenía algo grande en su interior, algo digno de ser contado fuera de los límites históricos de la Maremma.
Así nació una de las realidades productivas más importantes de la denominación, una bodega capaz de expresar, año tras año, vinos con una marcada adhesión territorial, relajados y elegantes como sólo los toscanos pueden ser.
Y así es como, como las piezas de un mosaico esparcidas aquí y allá, uno se encuentra con las numerosas parcelas de viñedos que pertenecen a la finca, para un total que actualmente cubre 75 hectáreas. Pasando a las fechas, tomemos 1978 como año de inicio de la actividad vitivinícola, con el inestimable apoyo técnico de Giacomo Tachis. Luego llegó el turno de 1992, año en el que salió a la venta la primera etiqueta oficial de Fattoria Le Pupille, un Morellino di Scansano Riserva, al que siguió en 1987 el "Saffredi", gracias al cual las excelencias de la Maremma toscana comenzaron a conocerse mucho más allá de sus fronteras. Por último, el "Poggio Valente", vinificado por primera vez hacia el año 2000.
Estos son los principales nombres que giran en torno a una única figura, la de Elisabetta Geppetti, la primera mujer presidenta de un consorcio y una verdadera "Dama del Morellino", así como el alma palpitante de unos vinos deliciosos, refinados y soberbios, agradables y extremadamente placenteros.