Cunéaz

"Somos pequeños agricultores, pequeños productores de vino, pequeños entusiastas que día a día cuidan de los viejos viñedos de montaña devolviendo al mundo la historia enológica del Valle de Aosta": no podríamos haber encontrado mejores palabras que las pronunciadas por Cunéaz Nadir, que mejor que cualquier otra descripción nos introduce en su pequeña realidad vitivinícola, en la que cuentan más que nada el amor por sus tierras y sus viñedos, y la pasión por su trabajo.
Exactamente en el territorio del municipio de Gressan, en las afueras de Aosta, se encuentra la pequeña bodega de Nadir Cunéaz. Fundada a finales de la primera década de los 2000 -en 2009 para ser exactos- la bodega se basa en la actividad agrícola de la familia, gestionada primero por el abuelo de Nadir y luego por su padre y, hasta 2009, dirigida sustancialmente al autoconsumo.
Con unos pocos miles de botellas producidas, Nadir aplica un método agrícola lo más respetuoso posible con el medio ambiente, la naturaleza y el ecosistema. Las hileras de vides no utilizan herbicidas ni pesticidas, sino que se tratan exclusivamente con cobre y azufre, una media de cuatro o cinco veces por temporada. En la bodega, tratamos de seguir una filosofía en consonancia con las elecciones realizadas en el viñedo: el uso de sulfitos se reduce al mínimo, la vinificación implica el menor uso posible de agentes químicos y las levaduras utilizadas se eligen para evitar la estandarización de los vinos y, sobre todo, para no alterar las características varietales de las uvas. Vinos naturales, no en cuanto a reconocimiento o certificación legislativa, sino -más importante- naturales en cuanto a la sustancia. Petit rouge, pinot noir, muscat, müller thurgau, pinot gris, fumin: uvas que dan etiquetas procedentes de cepas plantadas hace más de un siglo. Botellas que son realmente el fruto del amor incondicional y la pasión por su tierra y sus orígenes.