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Andrea Occhipinti

¿Cuál es el mejor territorio -la zona con mayor vocación- para la cría del Aleatico? Esta debe ser la pregunta que se hizo Andrea Occhipinti -en la época de sus estudios universitarios de Agricultura-, la persona gracias a la cual estamos viviendo un renacimiento enológico del Aleatico di Gradoli DOC. Andrea no tenía una herencia impuesta -sus padres se dedicaban a otras cosas-, la fuerza motriz que le llevó en 2004 -tras una tesis sobre la zonificación del Aleatico en Gradoli- a abrir su propia bodega, empezando por viejas cepas de Greghetto Rosso y Aleatico, fue la curiosidad. Un impulso interior que le llevó a cambiar sus estudios de economía por los de agricultura, matriculándose en la Universidad de Tuscia tras un revelador encuentro con unos jóvenes guapos, libres y rebeldes. Fue el lado noroeste del lago de Bolsena, el mayor lago volcánico de Europa, el que Andrea identificó durante sus estudios como el lugar más adecuado para domesticar el Aleatico, así como otra variedad autóctona de la región al norte de Viterbo: el greghetto rosso (un clon del Sangiovese). Las colinas y las terrazas, creadas por la antigua actividad eruptiva, están compuestas principalmente por arena, con un equilibrio de limo y arcilla, lo que es esencial para encontrar en los vinos -que Andrea vinifica todos secos, pero con interpretaciones valientes como el Aleatico en blanco, seco (resultado de una cata a ciegas)- estructura ligera, acidez brillante y aromas finos. La bodega de la empresa de Andrea Occhipinti se encuentra en Montemaggiore, insertada en el cuerpo central de los viñedos, que están a unos 500 m sobre el nivel del mar frente a la gran cuenca hidrográfica. A las viñas viejas de los primeros viñedos se han sumado plantaciones jóvenes, hasta llegar a 6 hectáreas con una densidad de 5000 plantas por hectárea y un rendimiento de 40/50 quintales por hectárea, ejemplificando la tendencia a la búsqueda de la calidad y la madurez adecuada. Los viñedos también están certificados como ecológicos.