Motta

La bodega Motta se encuentra en la zona de Grosseto, en la Toscana, y pertenece a la familia Motta desde finales de los años 80, desde 1987 para ser exactos.
Originaria de Milán, la familia Motta dirige la explotación agrícola La Tartaruga -cuyo símbolo se encuentra tanto en el logotipo de la empresa como en las etiquetas de los vinos- con profundo amor y pasión incondicional. Estamos justo enfrente del Parque Natural de la Maremma, más o menos a diez kilómetros al sur de Grosseto. En una zona privilegiada que goza de un microclima especialmente adecuado para el cultivo de la vid, la bodega cría sus propios viñedos respetando al máximo el equilibrio del ecosistema, la naturaleza y el medio ambiente. Entre las filas, cada decisión agronómica se toma siempre sin olvidar el objetivo principal, que es mantener la salud y el equilibrio de cada planta, para cosechar, año tras año, uvas puras, ricas y concentradas en cada mínimo matiz organoléptico.
En la bodega, la filosofía adoptada no es muy diferente de la que se persigue en el viñedo, y todas las operaciones se controlan escrupulosa y cuidadosamente, buscando siempre respetar al máximo las características intrínsecas de la materia prima. Desde la vinificación hasta la crianza, pasando por el embotellado y el refinado, cada etapa de la producción tiene como objetivo alcanzar el máximo nivel de calidad posible.
El resultado es la creación de las etiquetas que mejor describen la mejor excelencia enológica de la Maremma toscana. Aprovechando al máximo todas las características del terreno más favorables para la viticultura, producimos un Morellino di Scansano -tanto la versión básica como la Riserva-, un Ciliegiolo, un Chardonnay y un Trebbiano. Cinco vinos, por el momento, fruto de un considerable esfuerzo y atención a cada detalle, y capaces de resultar auténticos, únicos y genuinos, como pocos vinos consiguen serlo.