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Greenhough

A finales de la década de 1990, Andrew Greenhough y Jenny Wheeler decidieron trasladarse de Auckland a Nelson, en la parte más septentrional de la Isla Sur de Nueva Zelanda, para buscar un nuevo modo de vida. Una aventura que incluía, al principio, sólo cuatro hectáreas de terreno y una bodega muy pequeña.
"Cuando llegamos, el viñedo y la sencilla bodega eran funcionales y durante uno o dos años nos ofrecieron la oportunidad de vivir como viticultores principiantes. Fueron tiempos emocionantes, desafiantes, agotadores y llenos de promesas. El pequeño grupo de viticultores de Nelson nos recibió con entusiasmo, pero incluso bajo su dirección, tuvimos que cometer nuestros propios errores. Inmersos en nuestro nuevo mundo, adquirimos rápidamente conocimientos y experiencia": estas son las palabras de Andrew y Jenny al hablar de su llegada a Nelson.
A lo largo de los años, la finca ha crecido, pero lo que ha permanecido inalterado es su pasión y su afán por elaborar pequeñas cantidades de riesling, pinot noir, pinot blanc y sauvignon.
"Compramos más tierras. [...] Al final de nuestra primera década en el negocio, ya habíamos empezado a recoger algunos reconocimientos y premios de la crítica. Era una época en la que la industria y el entorno del vino se desarrollaban rápidamente y el interés por el vino neozelandés ofrecía nuevas oportunidades de crecimiento en los mercados nacionales y extranjeros", continúan contando Andrew y Jenny.
Como colofón, en 2008 llegó al campo la certificación ecológica, que junto con la sostenibilidad en la bodega, se convirtió primero en una elección de estilo de vida y sólo después en una estrategia de producción: elecciones que tienen como razón de ser el respeto al territorio.
Es en este contexto donde nacen vinos de rara finura. Del Pinot Noir al Chardonnay, del Sauvignon Blanc al Riesling, sin olvidar el Pinot Blanc: grandes embajadores de una de las zonas más bellas de Nueva Zelanda.