Vigneti Repetto

Los Colli Tortonesi, al sureste de Alessandria, cuentan con una tierra especialmente fértil y muy adecuada para el cultivo de la vid; la antigua y consolidada producción de vino de esta zona queda atestiguada también por el descubrimiento de ánforas de vino que se remontan a los antiguos romanos y por la presencia de un lagar que data de 1198 en el monasterio de las monjas de S. Eufemia. En este contexto y en una zona conocida también por otros productos típicos como los boletus, las trufas blancas y negras, el queso Montèbore -presidencia de Slow Food- y el salchichón Nobile del Giarolo, Gian Paolo Repetto y su mujer Marina se han convertido en protagonistas de una auténtica aventura. Gian Paolo, nacido en una familia de agricultores y criado en el campo, decidió inicialmente dedicarse a su pasión por la mecánica y la tecnología, fundando una empresa que operaba en los sectores de la transformación del plástico y el metal. Los valores que había adquirido durante su juventud en el campo y que luego compartió con su esposa no dejaron de recordarle su profundo amor por la tierra, mientras que la llamada del hogar y el encanto único de los Colli Tortonesi hicieron el resto: la naturaleza y la tecnología encuentran ahora la síntesis perfecta en Vigneti Repetto, que pretende utilizar las técnicas más modernas para reducir el uso de sulfitos y productos nocivos, tanto en los cultivos como en la bodega, con el objetivo de una agricultura totalmente sostenible. Convencidos, de hecho, de que la tecnología es el mejor recurso para eliminar la química y el consumo, Gian Paolo y Marina han decidido vinificar el timorasso con un vinificador especial -VinoOxígeno- diseñado por una empresa emergente del Piamonte, que permite vinificar sin trasiego, para reducir al máximo los sulfitos, sin riesgo para la calidad, y limitar drásticamente el consumo de agua para el lavado después del trasiego. Los Colli Tortonesi, para Gian Paolo y Marina, no son sólo una tierra, los Colli Tortonesi son el Hogar: el aire puro, el clima templado, el suelo fértil y, sobre todo, el amor de los hombres que se dedican a ello hacen que estas colinas sean realmente incomparables.