Tenuta l'Impostino

En la parte sur de la Toscana, en la zona definida como la "alta Maremma", encontramos la denominación de origen controlada "Montecucco", dominada por el monte Amiata, un antiguo volcán ahora inactivo, pero sobre todo caracterizada por suelos ricos en toba y arenisca fragmentada, y distinguida por un microclima mitigado por la proximidad del mar Tirreno. En este escenario se ha creado un contexto extremadamente favorable para el cultivo de la vid, y del Sangiovese en particular, y es aquí donde se encuentra la bodega Tenuta l'Impostino. Para ser exactos, estamos en Civitella Paganico, en la provincia de Grosseto: a lo largo de la carretera que lleva de Grosseto a Siena, hay veinte hectáreas de viñedos en propiedad. El nombre en torno al cual gira todo es el de Patrizia Chiari, que casi en una especie de continuidad ideal, tras abandonar su carrera como directora comercial de importantes empresas de diseño, ha vuelto a respirar el aire que respiraba de niña, cuando de la mano de su abuelo Giovanni, aprendió a amar la naturaleza y las tierras de la Toscana. Hoy en día, ese amor transmitido de abuelo a nieta sigue vivo en las hileras de la "Tenuta l'Impostino", que, a poco menos de 400 metros sobre el nivel del mar, gozan de una excelente exposición y, además de Sangiovese, incluyen también uvas de Vermentino, Merlot, Alicante, Petit Verdot y Syrah. Los preciosos racimos, concentrados y sencillos, se crían según las normas de la agricultura ecológica, respetando plenamente la integridad de la naturaleza y la biodiversidad. En la bodega, en consonancia con el rigor y el método aplicados en el viñedo, se combinan las tradiciones más antiguas con las tecnologías de vinificación más modernas, persiguiendo siempre la máxima calidad posible. Todo ello da lugar a excelentes etiquetas que responden a los nombres de "Lupo Bianco" y "Viandante", "Impostino" y "Ciarlone", "Ottava Rima", "Sassorosa" y "Ballo Angelico". Vinos en los que se exalta lo que la naturaleza y la estación han creado, para expresarlo en una copa nunca estandarizada, espejo fiel de una tierra antigua, insuperable en materia de vinos.