Masiero

Cuando hablamos de vino, hablamos ante todo de territorio, del trabajo y el sacrificio de hombres y mujeres que creen de verdad que la agricultura puede salvar la tierra. Todo viticultor tiene un vínculo especial con su tierra, quizá difícil de describir con palabras, pero sencillo de captar en los auténticos aromas y sabores del vino. A principios de los años 2000, el encuentro con viticultores apasionados y el profundo vínculo con las tradiciones locales llevaron a Franco Masiero a plantar la primera hilera de vides de merlot: de lo que en un principio pretendía ser un juego, un pasatiempo, nació "Verdugo", un producto que siempre ha mostrado con candor y autenticidad las peculiaridades del suelo volcánico del que procede, así como la pasión con la que toda una familia se dedica a esta labor. Así comenzó un periodo de estudio y experimentación para Franco, en el que poco a poco se involucró primero su esposa Francesca y luego su hija Giulia. En 2015 decidieron iniciar un nuevo proyecto para recuperar un antiguo viñedo situado en la cercana colina de Sant'Urbano, donde el singular sustrato de margas y roca volcánica les hizo enamorarse literalmente de las antiguas variedades del territorio, como la pinot grigio, la garganega y la tai rosso. En los viñedos han optado por la vía biodinámica con un trabajo estrictamente manual, el uso de cobre y azufre cuando es necesario y unas prácticas agrícolas que respetan la naturaleza. En la bodega, en Trissino, en la provincia de Vicenza, se observan los mismos principios y se evitan todas las acciones que puedan alterar la expresividad natural de las uvas. Los vinos de Masiero son el resultado de la continua experimentación en el uso de técnicas modernas de bodega y, al mismo tiempo, del redescubrimiento de antiguos conocimientos.