Karlsmühle

Desde la época de Napoleón, la familia Geiben, propietaria de la finca Karlsmühle, produce vino en la zona del río Ruwer, afluente del Mosela. La empresa posee viñedos en las mejores tierras de la región, con un monopolio en los crus Mertesdorfer Lorenzhöfer, Mäuerchen y Felslay, así como parcelas en el famoso Kaseler Nies'chen.
Estos viñedos orientados al suroeste y con vistas al río gozan de un microclima perfecto para producir vinos de la máxima calidad. Además, el terruño, caracterizado por las capas de pizarra y cuarzo, permite que los vinos de la marca Karlsmühle expresen todas las notas minerales que han hecho famosos a los Rieslings alemanes en todo el mundo. De hecho, el producto final es un vino extremadamente mineral, pero también claramente afrutado y puro, gracias a la utilización de una mezcla perfecta de innovación y tradición en el trabajo en el viñedo y en los procedimientos de la bodega por parte de los agrónomos y enólogos de la finca. Con el máximo respeto al medio ambiente, a la naturaleza, al ecosistema y a la biodiversidad, entre las hileras de vides el cuidado que se da a cada planta individual es atento, meticuloso y escrupuloso, y además, debido a la marcada inclinación de las laderas, es muy difícil utilizar medios mecánicos y la mayoría de las operaciones se realizan manualmente. Ya en el momento de la cosecha, las uvas se seleccionan cuidadosamente y se transportan rápidamente a la bodega para su procesamiento.
En la bodega, la filosofía adoptada no dista mucho de la aplicada en el viñedo, de modo que, sin prescindir nunca de los más altos estándares de calidad, cada paso de la producción se lleva a cabo con el fin de potenciar y exaltar en los vinos todo lo que la estación y la tierra han sido capaces de expresar en el fruto. El resultado final son Rieslings que sin duda pueden considerarse entre los mejores de Alemania. Vinos que hay que probar sin dudarlo.