Ferrari

Una bodega que no necesita presentación, cuya leyenda nació gracias a la intuición de un hombre, Giulio Ferrari, y su sueño de crear un vino en Trentino que pudiera competir con los mejores champagnes franceses. Giulio Ferrari fue un verdadero pionero: fue el primero en comprender la extraordinaria vocación de su tierra, el primero en introducir el chardonnay en Italia. Así empezó a producir unas pocas botellas selectas con una devoción obsesiva por la calidad. Vinos que inmediatamente entraron en el corazón de los amantes del vino más exigentes, que nunca habían encontrado en Italia unos espumosos tan elegantes, finos y sorprendentes. Sin embargo, al no tener hijos, Giulio Ferrari buscó un sucesor al que pudiera confiar su sueño.
Entre los muchos pretendientes, eligió a Bruno Lunelli, propietario de una famosa tienda de vinos en Trento. Gracias a su pasión y a su talento empresarial, Bruno consiguió en muy poco tiempo -estamos en la primera mitad de los años 50- aumentar la producción, sin comprometer nunca la calidad, siguiendo la misma línea trazada por el fundador. La tradición continuó, y Bruno Lunelli transmitió su pasión a sus hijos: bajo la dirección de Franco, Gino y Mauro, Ferrari se convirtió en líder en Italia y en sinónimo del brindis italiano por excelencia. En estos años nacieron algunas de las etiquetas destinadas a pasar a la historia: son el Ferrari Rosé, el Ferrari Brut Perlé y el Giulio Ferrari Riserva del Fondatore.
Hoy, más de cien años después, Ferrari es sinónimo de los mejores vinos espumosos italianos. Una superficie de ciento veinte hectáreas para una producción de casi cuatro millones y medio de botellas al año: vinos únicos, verdaderos himnos a la grandeza de una bodega sin igual, y de un territorio -Trento- que ha demostrado que puede ofrecer algunas de las mejores burbujas del mundo.