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Domaine de Beaurenard

"En el siglo XIV, durante sus estancias en Aviñón, los papas, y en particular el Papa Juan XXII, construyeron un castillo papal en Châteauneuf-du-Pape, en el valle del Ródano. Impresionados por los suelos excepcionales de la zona, establecieron viñedos para rodear el castillo y fueron maestros en la promoción de la reputación del vino local en todo el mundo.
El Domaine de Beaurenard es una finca familiar desde hace siete generaciones, y ya el 16 de diciembre de 1695 una escritura notarial menciona la bodega ""Bois Renard"", que con el tiempo se convirtió en ""Beaurenard"".
Cincuenta y siete hectáreas concentradas en torno a los pequeños pueblos de Châteauneuf-du-Pape y Rasteau, es el reino de la familia Coulon, que se dedica con fervor y entusiasmo a cultivar las vides del Domaine de Beaurenard. Una historia centenaria acompaña a esta renombrada propiedad, que produce tanto vinos blancos como tintos este terruño único, con sus grandes piedras de canto rodado que, calentadas por el sol, liberan un suave calor que favorece la maduración y la concentración de las uvas.
La edad media de las vides es de 45 años, con un rendimiento de 25 a 30 hl/ha. Hoy en día, en los viñedos propios, caracterizados por suelos pedregosos y guijarrosos, incansablemente batidos por el viento mistral, se cultiva la "sinfonía de 13 cepas" característica de la tradición, entre las que predomina la uva garnacha, así como la syrah, la mourvèdre, la cinsault y muchas otras. Los vinos producidos son nueve, ricos, con cuerpo y elegantes, capaces de transmitir la gran armonía que los une a su terruño de origen.
La bodega es fiel al viejo adagio de que "para hacer un buen vino se necesitan buenas uvas". Desde hace más de 50 años, los viñedos del Domaine de Beaurenard se cultivan con técnicas naturales y ecológicas para garantizar el respeto al medio ambiente y preservar sus cualidades a lo largo del tiempo.
Las cosechas son 100% manuales y en las bodegas, completamente renovadas en 1988, tradición y modernidad van de la mano.
Las fermentaciones duran de 15 días a un mes siempre a temperatura controlada, el uso de sólo levaduras autóctonas, la crianza en barricas y otras prácticas modernas de bodega permiten extraer abundantes taninos suaves y obtener vinos de colores profundos. De sus fantásticos productos, mencionaríamos la magnífica Gran Partita, como el Châteauneuf-du-Pape Boisrenard, producido tanto en blanco como en tinto, y podríamos seguir. Una finca que no debe perderse, para los amantes del buen vino y la tradición.