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Château Fonplégade

El nombre del Château Fonplégade (literalmente "fuente de la abundancia") proviene de la histórica fuente de piedra que data del siglo XIII, que adorna el viñedo de la finca y que a lo largo de los siglos ha saciado la sed de cientos y cientos de peregrinos que viajaban y que sigue proporcionando sustento a las vides de la finca en los años más secos.
En la región vinícola francesa de Burdeos, encaramado en la meseta calcárea que alberga los mejores viñedos de Saint-Émilion, el Château Fonplégade fue adquirido en 1852 por el legendario comerciante de vinos Jean-Pierre Beylot, que construyó el elegante château que aún hoy se mantiene en la finca. En 2004, encantados por el terruño, la historia y la grandeza de la propia finca, con sus antiguos caminos romanos y sus gráciles hileras de vides, Denise y Stephen Adams se hicieron cargo de la propiedad del Château Fonplégade, que durante los 15 años siguientes fue completamente renovada, tanto la parte agrícola como la bodega y el castillo.
Con un viñedo dividido en nada menos que 27 parcelas diferentes, que en conjunto ocupan una superficie de unas 18,5 hectáreas, el Château Fonplégade representa la expresión más pura y típica del terruño de Saint-Émilion, contada en este caso a través de un mosaico de suelos ideales y una maravillosa diversidad geológica y geográfica.
En el viñedo, utilizando una combinación de técnicas tradicionales y modernas, los esfuerzos se dirigen a potenciar el excepcional terruño para poder contar su historia directamente en la copa. Para llevar a cabo esta visión, un apasionado equipo de enólogos incluye a Eloi Jacob y Arnaud Martin, junto con los renombrados enólogos asesores Michel Rolland y Stéphane Derenoncourt.
En la bodega, las uvas se tratan con el máximo respeto. La fermentación se realiza únicamente con levaduras autóctonas, manteniendo los distintos crus separados para preservar su carácter distintivo. Se utiliza una combinación de barricas de roble francés nuevas y de un año para favorecer la complejidad, junto con media docena de depósitos de hormigón en forma de huevo, lo que facilita una expresión pura del terruño. Esta combinación de métodos antiguos y contemporáneos ayuda a producir vinos refinados y radiantes que cuentan la historia del terruño con gran belleza.
Con un equilibrio impecable entre la fruta, la complejidad y la longitud aromática, toman forma así etiquetas sofisticadas y minerales con taninos suaves y flexibles y una textura aterciopelada. Botellas simplemente únicas.