Ruinart

Se trata del nombre del monje benedictino Dom Thierry Ruinart, teólogo e historiador que vivió en el cambio de los siglos XVII y XVIII, pero sobre todo una persona brillante, intuitiva y visionaria, que, con sólo 23 años, oyó hablar de un nuevo vino que aún no se llamaba "Champagne", pero que estaba especialmente de moda entre los aristócratas parisinos, y comprendió que lo que entonces se llamaba "vin de bulles", o vino con burbujas, tendría un gran futuro.
Este fue el punto de partida de la historia de la Maison más antigua de la región de Champagne. Una historia que comenzó oficialmente el 1 de septiembre de 1729, cuando Nicolas Ruinart, pañero de 33 años en Reims como su padre y nieto de Dom Thierry Ruinart, abrió su primer libro de contabilidad dedicado al "vin de bulles".
Los primeros frascos estaban destinados a sus clientes tradicionales como regalo tras la compra de cortinas y telas. Pero Nicolas es un empresario astuto y refinado, dotado de la misma visión pionera que su tío Thierry Ruinart. La historia le dio la razón: sólo seis años después, la familia abandonó el comercio textil y se dedicó al negocio del champán.
La Maison creció rápidamente: de 170 botellas vendidas en 1730, pasó a vender más de 36.000 botellas en 1761, hasta consolidarse en el siglo XIX. Un estilo basado en el chardonnay y su elegancia, sin perder nunca de vista la densidad y el volumen.
Ya sea Champagne Brut, Champagne Blanc de Blancs o Champagne Rosé, todos los Champagnes Ruinart son champagnes únicos y altamente reconocibles, de una pureza sin igual, y que valen absolutamente todo lo que cuestan. Adquirida en 1963 por Moët et Chandon, ahora parte del gran grupo LVMH, la marca Ruinart sigue siendo sinónimo indiscutible de los mejores y más excelentes Champagnes.