Poliziano

Extraordinaria realidad toscana, la bodega Poliziano representa la excelencia del territorio y los vinos de Montepulciano, en la provincia de Siena. Fundada en 1961 a partir de un núcleo inicial de 22 hectáreas de viñedo, a lo largo de los años ha crecido hasta las 120 hectáreas actuales, todas ellas cultivadas con viñedos. Una realidad dinámica, capaz de combinar tradición y modernidad como pocas, cuyo nombre es un homenaje al humanista y poeta Angelo Ambrogini, conocido como "Poliziano", que nació en Montepulciano.
Siempre propiedad de la familia Carletti y actualmente dirigida por Federico Carletti, que lleva casi cuarenta años al frente, la empresa ha pasado por varias fases de renovación, enfrentándose sistemáticamente a las técnicas enológicas y agronómicas más avanzadas. En el viñedo, las vides crecen a una altitud de entre 280 y 450 metros sobre el nivel del mar, y los suelos son especialmente adecuados para el cultivo de la vid, con su composición mixta de arcilla, toba y piedra. En la bodega, la vinificación, la maduración y el refinamiento son etapas seguidas escrupulosamente, con un savoir faire de más de medio siglo.
Todos los vinos de Poliziano recuerdan la tradición histórica de la zona, pero al mismo tiempo han sido capaces de ganar fama y prestigio internacional. Su historia es larga: nacidos en los años 80, conservan sus etiquetas originales, pero se han perfeccionado y evolucionado, persiguiendo siempre el objetivo de una calidad sin concesiones. Todos los vinos, desde el Rosso di Montepulciano hasta el galardonado Vino Nobile "Asinone", se elaboran principalmente con uvas Sangiovese, conocidas en la zona con el nombre histórico de "prugnolo gentile". Pero no sólo eso, sino que recientemente, bajo el nombre de "Terre di Poliziano", se han creado una serie de vinos fuera del centro histórico de producción, de modo que hoy las etiquetas de la bodega proceden también de Cortona, donde se encuentran algunas de las mejores variedades internacionales de toda la Toscana, y de Scansano, donde el propio Sangiovese ha demostrado una insospechada vocación mediterránea.