Perrier-Jouët

Dos siglos de tradición constituyen un valioso bagaje, representado por un verdadero savoir-faire artesanal que se transmite de generación en generación desde 1811. En esta fecha, Pierre-Nicolas Perrier y Adèle Jouët fundaron la Maison Perrier-Jouët, que hoy cuenta con 65 hectáreas de viñedos, casi todos clasificados en la escala de Grand Cru. Pionera en el ámbito de la trazabilidad y la lucha contra la falsificación, la Maison Perrier-Jouët fue la primera bodega en indicar la añada en sus botellas de cosecha.
Entre las hileras, las elecciones cuidadosas y previsoras tienen como objetivo la obtención de uvas finas y excelentes, y los frutos cosechados en los cinco crus principales de lo que se define como el "triángulo mágico de Champagne" -constituido por Cramant, Avize, Mailly, Aÿ y Dizy- están puntualmente presentes en todas las cuvées de la casa. Los racimos de Chardonnay, con sus aromas generosos y aromáticos, luego los de Pinot Noir, frescos y delicados, y finalmente los de Pinot Meunier, también generosos y afrutados, se procesan en la bodega sin buscar atajos, persiguiendo el máximo nivel de calidad sin comprometerlo nunca.
Desde el "Grand Brut" hasta el "Blason Rosé", pasando por los vinos de añada "Belle Epoque", que producen Champagnes que se distinguen puntualmente por su estilo refinado, intenso y depurado, la empresa ofrece una gama de etiquetas de características inconfundibles, caracterizadas por una amplia y elegante persistencia aromática. Todo ello es fruto del conocimiento transmitido a lo largo del tiempo y en el silencio de las bodegas, donde los chefs de cave han cultivado e incrementado un importante saber hacer que, por si fuera poco, se ve a menudo enriquecido y embellecido por artistas de renombre internacional que, desde 1902, decoran con sus obras las botellas que albergan las cuvées más importantes de la maison, como si quisieran celebrar la degustación del Champagne en una especie de unión que combina el arte, la poesía y la belleza de lo cotidiano.