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Château Bois Pertuis

Si hay una zona en el mundo que represente la élite, la magnificencia y el prestigio del vino, ésa es sin duda Burdeos. Con su historia vitivinícola de más de 2000 años y sus majestuosos castillos impregnados de un encanto mítico e inmortal, Burdeos está rodeada de un aura regia única en el mundo. Los territorios de Burdeos se encuentran en la región de Aquitania, en el extremo suroeste de Francia, en el departamento más noroccidental de la región: la Gironda. Los orígenes de la viticultura en la zona se remontan a la época romana, aunque fue en el siglo XII cuando nació el viñedo bordelés: la unión entre Leonor de Aquitania y el rey Enrique Plantagenet de Inglaterra dio el primer impulso real a la viticultura y al comercio de vinos de Aquitania a Inglaterra. Con el fin de la dominación inglesa en la primera mitad del siglo XVI, el comercio con Londres se detuvo, pero comenzó un floreciente comercio con Holanda. El siglo XVIII marcó un importante punto de inflexión en la historia de la viticultura bordelesa: la clase política comenzó a adquirir fincas vinícolas y a producir y embotellar vinos finos. El periodo napoleónico reactivó el comercio con los ingleses, y al mismo tiempo se produjo la primera clasificación de los viñedos de Médoc-Graves y Sauternes-Barsac, con la definición del "cru classé" y el significado de "château". En 1935 llegaron las AOC, en 1954 la clasificación del cru de Saint-Émilion y en 1959 la ratificación de la clasificación del cru de Graves. Las zonas históricas de producción de Burdeos -cultivadas con Merlot, Cabernet Franc y Cabernet Sauvignon- se dividen entre la Rive Gauche y la Rive Droite del río Gironda. En la orilla derecha, al norte de la ciudad de Burdeos, se encuentra el Château Bois Pertuis, una propiedad que se asienta sobre un suelo excepcional, donde se alternan perfectamente la grava, la arena y la arcilla. La producción se confía a Vincent Cachau, un enólogo que utiliza toda su experiencia para sacar vinos que reflejen el gran valor del terruño bordelés, haciendo al mismo tiempo un guiño al consumidor contemporáneo. En el viñedo, cada operación se lleva a cabo con el máximo cuidado, mientras que en la bodega, el envejecimiento se lleva a cabo utilizando madera de diferentes tamaños y edades. El resultado es una producción precisa y puntual que conquistará a los aficionados a los tintos franceses desde el primer sorbo.