Balter

En 1872, el antepasado Francesco Balter compró la propiedad, que hoy constituye la casa y la bodega de la familia Balter, gestionada posteriormente por sus hermanos Attilio y Francesco. Fue restaurada una primera vez después de la Primera Guerra Mundial (medalla de plata del Ministerio de Agricultura) y una segunda vez en la tercera generación por su hijo Francesco, licenciado en Ciencias Agrícolas, después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, la estructura fue entregada y utilizada por las tropas alemanas como antiaérea (FLACK) dada su posición estratégica con vistas a Vallagarina, que entonces era territorio austriaco. Tras su matrimonio con Lucia Colombo en 1949, por decisiones familiares, Francesco se hizo cargo de la gestión de una actividad comercial en el ámbito de las alfombras, moquetas y revestimientos diversos, quedando su pasión por la agricultura anclada únicamente a la gestión de la empresa familiar. Después de 1965, tras la transformación de la propiedad de la aparcería a la gestión directa, las viñas se replantaron según criterios de racionalidad técnica y geométrica, hasta crear un viñedo definido como "jardín", cuyas uvas se vendían o entregaban a diversas bodegas. Desde ese momento, el cuidado de los viñedos ha estado en continuo y constante desarrollo.